El primer viaje de Campos-Rosillo fue fundamental en los primeros momentos de la emergencia. Cuando todo parecía perdido, sabíamos que había que actuar con rapidez. A primera hora de la mañana, nos preparamos para lo que sería una de las primeras entregas de ayuda vital. El destino: Massanassa, una de las zonas más afectadas.

El equipo estaba formado por voluntarios con una gran disposición para colaborar. Sabíamos que era solo el comienzo, pero cada acción contaba. El vehículo se cargó con todo lo que la comunidad había estado donando: kits de limpieza, ropa, alimentos, y otros enseres esenciales. La gente se había volcado y los materiales empezaron a llenar la furgoneta, mientras los voluntarios no dejaban de coordinarse para que todo estuviera listo.

Mientras se cargaban las cajas, otros voluntarios se encargaban de verificar los elementos esenciales que necesitaban ser entregados con urgencia: mascarillas, guantes, botas y palas para las tareas de limpieza. La jornada comenzó con la firme intención de llegar lo más rápido posible, sabiendo que cada segundo contaba para los afectados.

Tras un largo recorrido, finalmente llegaron a Massanassa. Al llegar, la escena era desgarradora. A pesar de la destrucción, las personas estaban ahí, esperando ayuda. La furgoneta de Campos-Rosillo abrió sus puertas, y rápidamente se descargaron todos los productos de limpieza, material de protección y suministros.